Frio
Una ciudad grande puede ser fria, muy fria. Sobre todo en otoño. Plazas grandes, acumulaciones de gente extraña, habitaciones sin calefacción. Y es fria hasta que conoces a gente de allí.
Pasó en Tianjin, y en Beijing. Una habitación de hotel fria, nadie alrededor con el que poder hablar, avenidas grandes, la negativa de la operadora de móviles que te recuerda que no tienes amigos en China y por eso no te dan número.
Pasó en Tokyo. Con catarro y el agua de la lluvia colándose en los zapatos, buscando sin rumbo un hotel barato.
Ni si siquiera las tazas del wc precalentadas o la efusividad de los japoneses lograban que desapareciera esa sensación.
Ese frio que poco a poco se va convirtiendo en calor. Un calor que luego te atrapa y no te deja salir de allí.