Missing Indonesia

Bali pertenece a Indonesia, pero a primera vista tiene poco en común con el resto del país, por lo menos las zonas en las que hemos estado. Buscamos por la calle las sonrisas que nos regalaba la gente en Java o Sumatra, y ya no las encontramos. Buscamos los puestos callejeros de comida, los taxis-bici, los  anuncios en Indonesio,… buscamos poder saborear cómo vive la gente del lugar, pero es difícil.

Imposible. Nos abandonamos al confort hermético que ofrece la isla.

Bali es bonito: un paisaje tropical muy cuidado, unas tradiciones pintorescas, templos, dioses y supersticiones.

Bali es cómodo: los hoteles y la comida están adaptados a estándares occidentales, las carreteras están todas asfaltadas (si!!) y es muy fácil entenderse en inglés.

Bali es diverso: rafting, surf, talleres de figuras de madera, de  cocina, templos, ceremonias y bailes tradicionales, campos de arroz, montaña, playa,…

Y los balineses parecen sumisamente volcados a satisfacer cualquier necesidad que tenga el turista: masajes, baños, entretenimiento, consumo de productos occidentales, restaurantes y hoteles de lujo…
¿Aventura? también. Las inumerables excursiones organizadas de las que es difícil escapar prometen descubrir el “Bali auténtico”, asépticamente envuelto en su envase de plástico y listo para su rápido consumo.

Pero no dejamos de preguntarnos ¿Cuantas de las cosas que pasan en Bali dejarían de suceder si no hubiera turistas delante?

Para los que les gusta que se lo den todo hecho, Bali es una inyección indolora y efectiva para aliviar rápidamente el estrés occidental.
Sin embargo, los que busquen algo más auténtico y espontáneo será mejor que visiten otra zona de Indonesia.

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